Free Chol Soo Lee

Nunca he sido muy cercano a los documentales, y no es que no me gusten, o que tengan algo que particularmente haga que no sean mi primera elección cuando estoy buscando qué ver en plataformas de streaming, es simplemente que muchas veces me atraen más otro tipo de películas. Esto no quiere decir que no me emocionen, de hecho, hay varios que me gustan un montón, entre ellos Shirkers (2018) de Sandi Tan, One Child Nation (2019), de Nanfu Wang y Lynn Zhang, o Far From Vietnam (1967) dirigido por diferentes directores y directoras como Agnés Varda, Joris Ivens, William Klein, Chris Marker, entre otros. Estos son algunos ejemplos de documentales que se quedaron en mi mente, que me impactaron, que dejaron en mi cabeza imágenes muy vivas que todavía están ahí grabadas incluso años después de haber visto estas películas. Eso es justo lo que creo que me va a pasar con el documental sobre el que decidí escribir hoy: Free Chol Soo Lee (2022), de Yulie Ha y Eugene Yi.

El documental narra la historia de Chol Soo Lee, un inmigrante surcoreano que reside en Estados Unidos, y que, a los 21 años, en la década de los 70, es acusado injustamente de un asesinato que no cometió, por el cual termina siendo condenado a cadena perpetua en el marco del sistema penitenciario de California. Es una historia extremadamente triste que deja en evidencia lo ineficiente y contraproducente que es el sistema penitenciario, especialmente el estadounidense, y en este caso el del estado de California, no solo por la condena injusta y el hecho de que las personas racializadas sean constantemente perfiladas y hostigadas por la policía, sino también por la transformación física y emocional que atraviesa la gente que se ve forzada a vivir durante años en una cárcel, como le sucedió a Chol.

Chol nació durante la guerra de Corea. En su infancia, su madre migró a Estados Unidos para casarse con un soldado estadounidense. Años después, regresaría a su país de origen para llevarse a Chol, quien una vez estando en Estados Unidos, se enfrentaría a varias dificultades debido a la barrera del idioma, lo que tendría que ver con que parara en reformatorios y hospitales mentales durante su adolescencia, pues las autoridades creían que se trataba de una persona mentalmente enferma por sus reacciones y “extrañas” formas de comunicarse al no saber inglés, siendo excluido de la sociedad desde muy joven y teniendo un acceso limitado a la educación por culpa de las autoridades. Años después, en 1971, es declarado culpable de un robo que lo lleva a pasar 180 días en prisión, y a estar con libertad condicional durante tres años. En 1973, sin las pruebas suficientes, es acusado de asesinar a Yip Yee Tak en el marco de un conflicto entre la Wah Ching y los Joe Boys, dos pandillas que operan en el barrio chino de San Francisco. Esta condena injusta llevó a que la comunidad asiática en Estados Unidos se uniera para exigir su liberación, incluyendo a diferentes figuras como su amiga Ranko Yamada (que se hizo abogada motivada por este caso), el periodista K.W Lee, entre otras personas que conformarían el Comité de Defensa ‘Free Chol Soo Lee’, y abogados como Tony Serra (que años antes habría defendido a Huey Newton, líder de Las Panteras Negras).

Chol Soo Lee pasaría los siguientes 10 años de su vida en prisión, en los cuales viviría situaciones que, como describió él mismo años más tarde, destruirían su espíritu. Durante este tiempo, debido a las divisiones étnicas en la cárcel, Chol se vio envuelto una complicada situación que lo llevó a asesinar a un integrante de un grupo neo-nazi, por lo cual es condenado a pena de muerte. Debido a este incidente, cuatro de los diez años que estuvo en la cárcel los pasaría en el ‘death row’. Sin embargo, posteriormente se probaría que esto fue en defensa propia.

Años más tarde, se presentan pruebas que confirmarían su inocencia en el caso del asesinato del barrio chino, y finalmente la justicia le concede la libertad. Pero el daño ya estaba hecho. Chol, luego de su liberación, cayó en una espiral de drogas y diferentes situaciones que lo llevaría a cometer crímenes y a tener problemas legales nuevamente. En 1991, es contratado por una pandilla para quemar una casa, y en este acto sufriría quemaduras que cubrirían el 90% de su cuerpo. Finalmente, a los 62 años, el tres de diciembre de 2014, Chol muere debido a problemas gástricos que aparentemente prefirió no tratar.

Otro de los capítulos que especialmente me hizo reforzar esa percepción de ligereza a la hora de refutar algunas ideas, es el capítulo ‘La Edad Media rechazaba al diferente’. Al final de este, habla sobre la percepción que tenía el mundo medieval occidental sobre los musulmanes. Explica que durante mucho tiempo existió una ignorancia muy grande alrededor del islam, llegando al punto de creer que era una religión politeísta (y pagana) que adoraba a Mahoma, Abadón (ángel exterminador y dueño del Abismo), y Tervagante (un dios que los cristianos creían que era el que adoraban los musulmanes), pero que, con el tiempo, los europeos empezaron a entender mejor a los musulmanes. El autor defiende a la Edad Media explicando que “(…) hubo algunas mentes ilustradas que preconizaron una apertura hacia los musulmanes, como Pedro el Venerable (…) que encargó la traducción del Corán al latín” (P.50), y nuevamente, ¿es suficiente con que ‘algunas mentes ilustradas’ muestren apertura durante ese periodo? Además, uno de los mayores desaciertos, es que para explicar su punto utiliza un fragmento de un texto que se llama ‘Contra la secta de los sarracenos’ (nombre que utilizaban los europeos para referirse a las personas árabes/musulmanas de manera genérica), y luego pone como ejemplo de ‘tolerancia’ la novela ‘Willehalm’, un poema que habla sobre una princesa ‘sarracena’ convertida al cristianismo y que hace un llamado a la paz entre religiones. Cabe resaltar, para sorpresa de nadie, que este texto es una ficción escrita por un europeo, y que no prueba nada, y además muestra el sesgo europeísta y cristiano de Aurell, lo cual se ve también en otros capítulos como el siete o el diez, en el que habla sobre las cruzadas y la inquisición respectivamente.

Me pareció increíble la forma en la que el documental aborda todo este tema. El uso del archivo a lo largo de la película es realmente impactante; la forma en la que este es dispuesto cronológicamente acompañado de narraciones de las personas involucradas en el caso logra cautivar y nos lleva a sentir como si fuera una persona que conociéramos desde hace años, y estuviéramos atravesando junto a ella (como si fuéramos un familiar o un amigo) ese doloroso proceso. Es inevitable no sentir una mezcla entre tristeza y rabia al ver las fotos y los vídeos de Chol, y ver cómo se transformaban sus expresiones y su rostro en un lapso de diez años que le fueron arrebatados. También es conmovedor ver las grabaciones, fotos y periódicos de las personas que se unieron por la liberación de Chol Soo Lee. Me gustaron mucho los diferentes recursos que utilizaba el documental al hablar de diferentes momentos del caso, por ejemplo, cuando presenta al comité de defensa y utilizan una música que recuerda a algún héroe de televisión o de película setentera, o cuando incluyen ‘The Ballad of Chol Soo Lee’, canción que escribieron en el 79 para visibilizar la situación, o cuando habla del “Chinatown Mug Book”, que deja en evidencia el carácter racista, represivo, violento, ignorante y cruel de la policía. En definitiva, es una película que describe crudamente lo deprimente e injusta que, irónicamente, es la justicia.

Esta historia y la forma en la que es presentada en el documental me lleva a pensar en dos textos que abordan el sistema penitenciario y los efectos que tienen sobre las personas. Me parecen muy pertinentes y además los recomiendo :)

Para empezar, ¿qué lección sobre socialización pretende dar un sistema profundamente clasista y racista? ‘We do this ‘til free us’ de Mariame Kaba, es un libro que plantea diferentes reflexiones sobre el sistema penitenciario y la justicia, analizando diferentes casos coyunturales, haciendo énfasis en la repetición sistemática de violencias e injusticias por parte del sistema, planteando la abolición de la policía y el sistema penitenciario. Argumenta que, como sociedad, hemos sido adoctrinados para creer que la más efectiva solución a los problemas es encarcelar a las personas. Sin embargo, además de no ser la solución más efectiva, es extremadamente peligrosa en un sistema como este, llevando incluso a que personas inocentes paguen consecuencias fatales (caso George Floyd), o como en el caso de Chol Soo Lee, que causen daños irreparables en las personas.

El segundo texto es el discurso ‘Las cárceles y su influencia moral sobre los presos’, de Piotr Kropotkin, del año 1877. Si bien es de hace más de un siglo, tristemente seguía siendo pertinente en 1973, y lo sigue siendo hoy día. La situación por la que pasó Chol, y lo que sucedió años después con su vida hizo que me preguntara nuevamente qué tan real es el objetio que tienen las cárceles de resocializar a las personas. En este discurso, Kropotkin expone diferentes motivos por los que las cárceles son contraproducentes en ese sentido, dando descripciones de cómo eran en ese momento, qué efectos físicos y psicológicos sufrían las personas privadas de la libertad, y por qué motivo no es posible resocializar a las personas en la cárcel:
“En la vida sombría del preso, sin pasión ni emoción, se atrofian enseguida los buenos sentimientos. (…). La energía corporal se esfuma lentamente. La mente no tiene ya energía para fijar la atención; el pensamiento es menos ágil, y, en cualquier caso, menos persistente. (…). Yo creo que la disminución de la energía nerviosa en las cárceles se debe, sobre todo, a la falta de impresiones variadas. En la vida ordinaria hay miles de sonidos y colores que asaltan diariamente los sentidos. Un millar de pequeños hechos llegan a nuestra consciencia y estimulan la actividad del cerebro. Esto no sucede con los sentidos de los presos. Sus impresiones son escasas y siempre las mismas”. (Kropotkin, 1877, p.28-29)
Estas descripciones estuvieron rondando en mi mente mientras veía el documental y pensaba en la situación de Chol Soo Lee. No es posible aprender a vivir en sociedad en un lugar tan hostil y sombrío como una prisión, que en ningún momento evitó que Chol, por ejemplo, cayera en conductas autodestructivas, o que en sus palabras se sintiera una tristeza profunda después de treinta años de luchar por reconstruir su espíritu luego de vivir diez años privado de la libertad y más de cuatro años esperando su ejecución.

06-09-2024