Razonar y actuar en defensa de los animales

No estaba muy seguro sobre qué quería escribir este mes porque leí cosas increíbles. No sabía si escribir sobre Carcoma, de Layla Martínez, que me hizo sentir escalofríos de principio a fin y me atrapó profundamente la forma en la que cada personaje narraba su capítulo correspondiente, o si escribir sobre Tierra en Fuego, de Lucía Parias, que, aunque es poesía (género que no leo normalmente), me gustó mucho por la forma en la que está estructurado, además acompañado las ilustraciones tan lindas y pertinentes para cada segmento.

Terminando el mes, leí ‘Razonar y actuar en defensa de los animales’; un libro de esos que cuando lo vi en La Valija de Fuego me atrajo inmediatamente y supe que era necesario tenerlo y leerlo. Este texto terminó por responder a muchas inquietudes que he tenido a lo largo de mi vida. Además, es sobre un tema que considero urgente: la explotación, tortura y asesinato perpetuado por la especie humana a otras especies animales. El libro está dividido en ocho capítulos que son una serie de ensayos cortos escritos por diferentes autoras y autores que ofrecen un punto de vista académico y plantean consideraciones éticas y morales en temas como el consumo de otros animales, el cautiverio y el uso de otras especies para entretenimiento, todo esto de la mano de textos y reflexiones de Hanna Arendt, Kant, Gary Francione, Lynda Byrk, entre muchos otros.

El libro me impactó desde el principio, porque desde la introducción pude relacionarlo con varios textos que leí este año, principalmente con mi lectura favorita en lo que va del 2024: Niñapájaroglaciar, de Mariana Matija, incluyendo conversatorios en los que estuve presente, en los que la autora reflexionaba sobre nuestra relación como seres humanos con el resto del planeta. Si bien como especie hemos cometido atrocidades ambientales y perpetuamos un sistema horrible que depende del consumo y la explotación de otros humanos y otras especies animales, al mismo tiempo hacemos parte del mundo, lo habitamos, y como explica Asunción Herrera en el primer capítulo de este libro, “(…) podremos ser monistas ontológicos y pluralistas conceptuales, aceptar nuestra continuidad con la naturaleza y nuestra diferenciación racional, sin menospreciar al resto de los animales no humanos”. P.21. Es necesario organizarnos y replantear nuestra ética y moral alrededor del consumo y la explotación, y ojalá esto acompañado de acción directa. :)

Buscar una ética anti especista o elegir no consumir animales no significa que tengamos que despreciarnos a nosotros mismos como especie, pero tampoco quiere decir que seamos el centro de todo, o que seamos exclusivamente la única especie animal que merece derechos por el simple hecho de tener determinado nivel de inteligencia, porque, al final, como se explica en el libro, las emociones y la inteligencia, aunque en diferentes grados, también son características que compartimos con otros animales, sumando la más importante: la capacidad de sentir sufrimiento. Me pareció valioso lo que dice la introducción del libro sobre la amnesia colectiva que tuvo la especie humana, y lo irónico que es que siendo la especie más “inteligente”, olvidemos que también somos animales.

Me gustaría escribir sobre cada capítulo, pero tampoco quiero que estas publicaciones sean muy largas. Por esto, aunque todos los ensayos me parecieron muy valiosos, solo voy a escribir sobre los capítulos que más llamaron mi atención o que me hicieron sentir más confrontado.

El primer ensayo que encontramos es ‘Más allá de las razones éticas’, de Asunción Herrera Guevara, y definitivamente es importantísimo tenerlo presente para las discusiones presentes en los demás ensayos. Una de las cosas que me llamó mucho la atención de este texto fue la mención a Kropotkin y sus ideas contrarias a los postulados de Thomas Henry Huxley. Huxley, según el texto, planteó en 1893 que la naturaleza ejemplificaba una lucha sin piedad entre criaturas egoístas; por lo tanto, la ética sería antiética a la naturaleza humana” (p.22), pero Kropotkin, similar a las ideas de Rousseau o Platón, sostiene que el humano es virtuoso y benevolente por naturaleza, y que, además, las especies animales que tuvieron mayor éxito en términos evolutivos no fueron los más “competitivos”, sino los más cooperativos. Esta es una idea que desde que me acerqué a los textos Kropotkin me ha parecido muy importante para tener en cuenta a la hora de reflexionar sobre el sistema hegemónico, y ahora, gracias a esta lectura, también veo cómo se puede aplicar a la reflexión sobre la forma en la que la especie humana ha tratado a las demás especies animales.

El segundo ensayo titulado “Modernidad, Humanos y animales. Reflexiones en torno al concepto de holocausto” de Alicia Martín Melero es, probablemente, el más controversial, porque plantea paralelismos entre los campos de concentración utilizados para exterminar a la población judía y la forma en la que las demás especies animales son asesinadas. Uno de los autores que retoma este es ensayo es David Sztybel (descendiente de víctimas del holocausto), y que en diferentes ocasiones ha hablado de la forma en la que las otras especies animales son tratadas y explica que la única forma en la que este concepto de ‘holocausto animal’ puede considerarse ofensivo es cuando se le da más importancia al sufrimiento de los animales que al de las víctimas del Tercer Reich. Merece la pena mencionar que Sztybel es vegano.

Este capítulo fue muy impactante para mí. Si bien ya estaba familiarizado con el concepto de ‘holocausto’ para referirse al sufrimiento que como especie humana provocamos a las demás especies, nunca había profundizado en este. Me pareció interesante también la utilización de ‘referente ausente’, de Carol J. Adams, cuya función es mantener un trozo de carne separado de la idea de que realmente es parte de un cadáver, olvidando que alguna vez perteneció a un animal que estuvo vivo.

Una reflexión que surgió luego de leer este capítulo es que, como especie humana, utilicemos metáforas relacionadas con otras especies animales, o el utilizar palabras como ‘animal’ o ‘cerdo’ para insultar a otras personas. Retomando algunos de los ejemplos de este capítulo, decir que las víctimas del holocausto nazi fueron ‘tratadas como animales’, termina por normalizar el hecho de que a los animales se les deba tratar de una forma tan horrible por el simple hecho de ser otras especies diferentes a nosotros. Más adelante en este mismo capítulo se explica cómo los nazis posiblemente se basaron en mataderos estadounidenses para replicar diferentes métodos en el exterminio del pueblo judío.

Una de las cosas que más me gustó del texto fue la forma en la que Asunción aborda a diferentes autores y autoras como Hanna Arendt, Horkheimer y Adorno, Zigmund Bauman, entre otros, y aplica sus tesis para analizar la forma en la que como sociedad explotamos y consumimos a otras especies animales ignorando un montón de factores, todo esto, según el texto, como “resultado de una sociedad controlada y planificada”. La autora retoma el libro Eichmann en Jerusalén, de Hanna Arendt, sobre la banalidad del mal, en el que explica cómo personas no necesariamente ‘degeneradas’ aceptan órdenes sin hacerse cuestionamientos éticos de ninguna clase. “La gran maquinaria burocrática consigue diluir por completo la noción de responsabilidad moral individual, convirtiendo a personas que no son unos degenerados ni unos dementes, bien en cómplices, bien en perpetradores directos de actos de extrema crueldad”. P. 43.

El tercer texto que me gustaría abordar es el capítulo 6: Sobre el humanismo especista de Víctor Gómez Pin, de Renzo Llorente. En este, el autor responde a los planteamientos especistas de Gómez Pin (académico español que defiende la explotación animal desde una postura “humanista” errónea, según explica Llorente). El autor analiza diferentes argumentos de Gómez Pin y responde a estos. Estas posturas (de carácter antropocentrista) están presentes en el día a día, principalmente en internet, cuando, por ejemplo, compartimos algo relacionado con el veganismo y hay gente respondiendo cosas como “¿y por qué te preocupan más los problemas de los animales que los de los humanos?”, como si fuera necesario establecer una jerarquía para oponerse a los problemas que atormentan tanto a humanos como a otros seres, y que de hecho, en ambos casos se ven profundizados por las características del sistema hegemónico. Gómez Pin plantea que las posiciones animalistas son incoherentes, argumentando que es arbitrario el hecho de elegir comer plantas y no animales, que no hay una frontera definida porque las plantas “dan respuesta a influencia de las ondas acústicas”, pero realmente esta frontera está clara desde hace mucho tiempo, y es la capacidad de sentir sufrimiento, y para esto es necesario que exista un sistema nervioso central.

Por ejemplo, algunos pueden creer, razonablemente, que la mejor manera de ‘dignificar’ al ser humano consistiría en elevar su condición moral y que para efectuar esta mejora hay que cambiar, entre otras cosas, el comportamiento de los seres humanos para con los animales […] Asimismo, es igual de plausible afirmar, por ejemplo, que situamos al hombre ‘en el centro de interés’ y que el ser humano sigue siendo el ‘objetivo de nuestras máximas de acción’ tanto si abogamos por una mayor protección de los intereses de los animales […] como si hacemos todo lo contrario. Todo dependerá del contenido de unos valores o convicciones antecedentes e independientes. (Llorente, 2008, P.121)

El autor explica que las convicciones de Gómez Pin se pueden resumir en dos Tesis:

Pero realmente, según Llorente, en los textos de Gómez no se explica por qué la dignidad depende de la singularidad.

¿Por qué seríamos menos dignos por el hecho de no querer consumir a otros animales? ¿Y cuál es la necesidad de establecer jerarquías y directamente ignorar el sufrimiento de otras especies que han habitado este planeta junto a nosotros durante tantos años? Creo que hacernos estos cuestionamientos son muy diferentes a reducir nuestra dignidad, de hecho, es todo lo contrario. Creo que reconocer a otras especies como seres sintientes y merecedores de respeto nos dignifica.

En definitiva, creo que este es un gran libro, y está entre los mejores que leí este año. Me hubiera encantado encontrarlo hace dos años, cuando estaba haciendo mi trabajo de grado :p Como mencioné al principio, los otros capítulos también son muy valiosos, destacando el cuarto capítulo ‘Al margen de los márgenes’, que explica la relación histórica y teórica entre el feminismo y la lucha por la liberación animal, el quinto capítulo ‘Términos básicos para el análisis del especismo’, y el último: El simio de montecristo, que a través de la historia de un simio que estuvo en cautiverio, analiza la legislación, en este caso española, para explicar por qué es importante que este debate esté más presente en la esfera legislativa.

Desde que nacemos, somos sometidos a una gran cantidad de estímulos que terminan por erradicar de nuestro ser la sensibilidad y la empatía hacia otras especies animales, y creo que ese es uno de los principales intereses de este sistema, para así poder promover libremente un consumo desenfrenado sin hacernos cuestionamientos éticos. Vemos imágenes caricaturescas y humanizadas de pollos, vacas o cerdos sonrientes, que son utilizadas por empresas que basan su riqueza y éxito en el asesinato de otros animales, pero poco nos muestran lo que verdaderamente hay detrás de cada plato. Entiendo que por estos factores, para muchas personas es difícil dejar de consumir carne y otros productos derivados de la explotación de otras especies, sumado también a fuertes tradiciones regionales en las que el consumo de otros animales es normalizado, y Estados que poco o nada hacen para evitar esta tortura y crueldad, pero creo que es necesario que cuestionemos nuestros hábitos de consumo y realmente hagamos una reflexión ética sobre nuestra relación con las vidas de los otros seres con los que compartimos hogar.

“No hay un interés más generalizable y primario para cualquier ser vivo que el de no sufrir daño o maltrato”.

03-10-2024